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Mayo 2025 | Boletín nº 177 |
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Tres españoles candidatos a los "Premios Jóvenes Inventores 2025" que concede la Oficina Europea de PatentesTres españoles candidatos a los "Premios Jóvenes Inventores 2025" que concede la Oficina Europea de Patentes El desperdicio alimentario es uno de los grandes problemas del mundo actual. Cada uno de nosotros desperdiciamos cada año una media de 132 kg de alimentos, un total de 59 millones de toneladas tan solo en la Unión Europea (UE). Esta ingente cantidad de comida supone unas pérdidas estimadas de unos 132.000 millones de euros. Pero, ¿están realmente en mal estado los alimentos que tiramos a la basura?
Tratar de dar una buena respuesta a esta pregunta es lo que ha llevado a tres investigadores españoles a situarse entre los 10 candidatos al ‘Premio Jóvenes Inventores 2025’, que concede la Oficina Europea de Patentes (EPO, por sus siglas en inglés). Los fundadores de la empresa Oscillum, Pilar Granado, Pablo Sosa y Luis Chimeno, han desarrollado unas etiquetas inteligentes y biodegradables que muestran en tiempo real el estado de los alimentos.
El Premio Jóvenes Inventores reconoce a innovadores de todo el mundo de hasta 30 años de edad que utilizan la tecnología para afrontar los grandes retos globales planteados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, poniendo de relieve el poder transformador de las soluciones impulsadas por la juventud y galardonando a jóvenes extraordinarios que están allanando el camino hacia un futuro más sostenible. Las etiquetas inteligentes de Oscillum contribuyen a varios de estos objetivos, como el ODS 2 (Hambre Cero), ODS 3 (Salud y Bienestar), ODS 12 (Producción y Consumo Responsables) y ODS 13 (Acción por el Clima).
Los premios especiales de la edición de 2025, entre ellos los tres galardones especiales y el Premio del Público (elegido por votación online), se otorgarán durante una ceremonia retransmitida en directo desde Islandia el 18 de junio de 2025.
Cada uno de los 10 finalistas, conocidos como ‘Tomorrow Shapers’ recibirá un premio en metálico. Además, tres de ellos recibirán un premio especial de las siguientes categorías: Constructores del Mundo, Sanadores de la Comunidad y Guardianes de la Naturaleza. Las etiquetas por las que estos jóvenes españoles han sido nominados cambian de color indicando a los consumidores si el alimento está aún fresco y se puede consumir o no. A medida que las bacterias se multiplican en la comida, liberan una serie de compuestos que provocan un cambio de color visible en la etiqueta. Esta información permite a los consumidores tomar mejores decisiones respecto a la seguridad alimentaria y reducir así el volumen de desperdicio que se genera cada año. Hasta ahora, los consumidores debían guiarse por las fechas de caducidad estándar y por el aspecto de los productos para valorar su estado.
Esta innovación aborda las limitaciones de los indicadores de frescura actuales, como las etiquetas de tiempo-temperatura, que solo relacionan el deterioro del alimento con fallos en la cadena de frío. Al analizar directamente el crecimiento bacteriano y los compuestos orgánicos volátiles, las etiquetas inteligentes ofrecen una mayor precisión en tiempo real, adaptándose tanto a productos envasados como no envasados, entre los que se incluyen la carne, el pescado y otros productos frescos. Al minimizar el desperdicio innecesario de alimentos en buen estado, esta invención contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a promover un sistema alimentario más eficiente.
La idea surgió a partir de un dilema doméstico de los propios investigadores, que compartían piso durante su época de estudiantes en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Estos entusiastas de las ciencias aplicadas debían decidir si comer o tirar un alimento guiándose sólo por su aspecto. “Un domingo, Pablo encontró un trozo de carne en la nevera que tenía mal aspecto y olía raro, pero aun así decidió cocinarlo y comérselo… Al final, no le pasó nada. Eso nos hizo pensar en cuántas veces, nosotros incluidos, tiramos comida solo por su aspecto. Fue entonces cuando empezamos a imaginar formas simples e intuitivas de saber si un producto sigue siendo apto para el consumo”, cuentan Luis Chimeno y Pilar Granado.
Para convertir esta idea en un negocio viable, el equipo participó en programas de apoyo al emprendimiento y colaboraciones con empresas para perfeccionar su tecnología. Recibieron financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) y participaron en varios concursos. Desde el principio, el equipo dio prioridad a proteger su invento mediante una patente. Más información https://www.epo.org/en/news-events/young-inventors-prize
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